Así es la insistente búsqueda de Ebin David en Sucre


El sol fulgurante que se cuela por entre los árboles no impide que Sara, la matrona de la familia; Ada, su hija mayor, y Carlos y Jesús, sus otros dos hijos, observen vigilantes una de las excavaciones. Hay varios sitios bajo intervención de los antropólogos, pero ese, en particular, le despierta a la familia una sensación especial, una corazonada que interpretan como una cercanía con Ebin David Paternina Parra, a quien buscan desde el miércoles, 7 de agosto de 2007, a la 1:30 de la tarde. Para entonces, Ebin, una persona con discapacidad cognitiva, tenía 16 años.
Es la tercera vez que los Paternina Parra, oriundos de Toluviejo, se trasladan desde esta localidad hasta Sucre (Sucre), en una travesía de casi 180 kilómetros, alrededor de cinco horas por tierra, de norte a sur, en el mismo departamento; desde cerca del mar hasta una zona llena de ríos y ciénagas. Un contraste ecológico y social que ya se les ha hecho familiar en el difícil camino de la búsqueda que están dispuestos a recorrer las veces que sean necesarias.
El silencio de los coloquios alegres que hasta hace poco protagonizaron los familiares en el inicio de la intervención solo se rompe ahora con cada palazo de jornaleros que despejan y profundizan en el terreno.
Sara, abuela y madre de crianza de Ebin, está sentada en una silla plástica; su cabeza descansa sobre su brazo izquierdo, y, al igual que su hija Ada, la madre biológica de Ebin, ambas tienen la mirada fija en el lugar donde el equipo forense de la Unidad de Búsqueda ha decidido llevar a cabo la prospección, como se le conoce técnicamente a la excavación.
Insistir es el verbo que define, desde la práctica, esta misión humanitaria de la entidad. Y no solo de ella, también de la familia de Ebin, que encarna la actitud de unas 800 familias buscadoras de 20 municipios de los departamentos de Sucre y Bolívar, pertenecientes a la región de Sabanas, San Jorge y Mojana, como se llama el Plan Regional de Búsqueda bajo el cual se desarrolla la investigación humanitaria y extrajudicial para buscar al joven.
En el cementerio de Sucre, han intervenido cuatro sitios de interés para la búsqueda no solo de Ebin, sino también de otras personas desaparecidas por el conflicto en esta región.
“Ay, Dios mío”, musita con insistencia Sara, abuela, como suplicando que las labores den el fruto esperado. Ada se entrecruza miradas con ella. Sin que hablen entre sí, no es errado concluir que ambas coinciden en un “que aparezca Ebin…”.
Jesús y Carlos se mantienen entre el inicio y el fin del rectángulo que forma la excavación, y tampoco apartan la mirada de ese punto. Jesús es quien más insiste cuando pasa por el lugar. Cuenta que es una conexión especial con Ebin, y espera sea de verdad una señal para encontrarlo.
De pronto, uno de los obreros avisa de un hueco en el terreno. Ada, Sara y Jesús se levantan presurosos a ver. La antropóloga indica que deben seguir las labores de rebajar el terreno. Con cada palazo de tierra se remueven también las emociones de la familia, que, en unas horas, después de haber participado en la búsqueda en el cementerio, deberá regresar a Toluviejo. La antropóloga desciende a la fosa y da palmadas a la tierra. Son técnicas con las que busca anomalías en el terreno para ver si en el pasado reciente ha sido intervenido por acción humana.
Al finalizar la jornada y con la satisfacción de que el equipo forense se ha esforzado por intervenir diferentes puntos a la vez, la familia sabe que se aproxima el tiempo de retirarse del camposanto –donde los servidores de la Unidad de Búsqueda siguen en misión unos días más– y preparar el viaje de vuelta a sus actividades cotidianas. Jesús, quien, al igual que Carlos se crió con Ebin como hermano más que como tío, es el único que se siente con fuerzas para expresarse sobre lo que ha sido ese día.
“Esta entidad [la Unidad de Búsqueda] se hace dueña del dolor de los demás. Somos testigos de todo el esfuerzo y el trabajo que vienen brindando, de cuánta lucha han tenido para con nuestra familia en la búsqueda de mi hermano”, relata, desde la capilla del Cementerio Central de Sucre (Sucre), lugar que él mismo escogió para hablar sobre el caso.
“La paz a nosotros se nos acabó hace 17 años, cuando nos arrebataron a nuestro hermano. No tenemos paz en nuestros corazones, solo dolor, pero también tenemos lucha y ganas de seguir adelante y de no desfallecer en esta búsqueda”, añade, mientras sus parientes reciben el acompañamiento de un psicólogo de la Unidad de Víctimas y de una abogada del Colectivo de Abogados y Abogadas José Alvear Restrepo (CAJAR), quienes viajaron con ellos a Sucre (Sucre).
La desaparición de Ebin David Paternina Parra hace parte del Caso 03, de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que investiga asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado.
Blanca Inés Arteaga Morales, coordinadora de la Unidad de Búsqueda en Sucre y Bolívar, señaló que “insistir en la búsqueda de Ebin David es una respuesta a miles de familias que tienen la preocupación de no saber hoy dónde están sus seres queridos dados desaparecidos, y que durante tantos años no han tenido una respuesta efectiva por parte de los organismos del Estado”.
La búsqueda de Ebin sigue, la investigación humanitaria y extrajudicial indica que las labores deben continuar para seguir interviniendo y descartando sitios hasta que él aparezca. La familia sabe que su empeño y lucha son compartidos, la Unidad de Búsqueda sigue trabajando para darles el alivio que esperan.
El Plan Regional de Búsqueda Sabanas, San Jorge y Mojana registra un universo de 803 personas dadas por desaparecidas, de las cuales 32 conforman el universo de Sucre (Sucre), en el que también se cuentan dos solicitudes de búsqueda.